Según Pasaron los Años
Sería muy interesante ir detallando minuciosamente el proceso que fue sufriendo la Fiesta del Inmigrante en su intento de ir logrando su grandeza actual y la adaptación a todas las necesidades que fueron apareciendo a través de 20 años.
Sin embargo, esto resultaría casi imposible. ¡Se hizo tanto!, ¡se luchó mucho!, se vivieron momentos difíciles y de enorme sacrificio, que una mención detallada abarcaría demasiado espacio.
No obstante ello, puede hacerse un análisis general de los principales emprendimientos realizados en dos décadas, como manera de ir comprendiendo el ascenso paulatino y firme de la Fiesta y mostrar todo lo que puede conseguirse cuando las tareas se cumplen con amor y cariño, dedicados en este caso al recuerdo de nuestros inmigrantes.
Terminada la primera edición, se comprobó que era imposible seguir abarcando tantas atracciones, recuerdos y emociones como los aparecidos en la primera edición, en sólo cuatro días o jornadas de festival.
Se decidió entonces ampliar el tiempo de duración del mismo, tomándose como base de iniciación el primer viernes de septiembre y como terminación el sábado de la semana siguiente, con una interrupción para descanso el día lunes. Se lograban así 8 días hábiles para desarrollar los espectáculos programados.
A partir de la segunda edición, 1981, las distintas colectividades tomaron la costumbre, mantenida hasta hoy, de reunirse el domingo inmediato posterior a la terminación del evento para, todos juntos, compartir el día almorzando, bailando y festejando en general los éxitos obtenidos.
Hubo años en que el entusiasmo popular era tanto que hubo que habilitar ese domingo final, fuera de programa, para seguir atendiendo en los stands de las colectividades a centenares de concurrentes que parecían no querer que la Fiesta terminara.
El Complejo Deportivo Municipal, sede de la Fiesta durante 17 años, debió ser permanentemente modificado, ampliado y adaptado a las nuevas necesidades. Los éxitos obtenidos lo iban psicológicamente achicando año tras año.
Fue necesario entonces el gimnasio semi cubierto de entrada; se construyeron dos enormes salones contiguos en el sector oeste, se habilitaron galerías, pasillos y cuanto espacio libre había, todo lo cual se fue haciendo con dinero obtenido durante las realizaciones anuales del espectáculo.
Eso permitió a las colectividades abandonar los tinglados precarios que debieron utilizar el primer año en la cancha de fútbol del Complejo, para pasar a ocupar stands mucho más completos y confortables, aunque siempre de carácter provisorio. Fueron naciendo así las primeras casas típicas.
Pero todavía estábamos en un callejón sin salida porque, edición tras edición, había que trabajar primero alocadamente para poder terminar las construcciones en tiempo y, una vez terminada la Fiesta, desmantelarlas inmediatamente para que el Complejo pudiera continuar desarrollando normalmente sus actividades deportivas habituales. Era necesario contar con construcciones definitivamente asentadas.
Hubo que solucionar problemas relacionados con el estacionamiento de vehículos. Para ello se habilitaron calles adyacentes, la cancha auxiliar de fútbol, y se construyeron playas en los lugares cercanos.
Es agradable consignar que lo obtenido por recaudación por el estacionamiento de autos (entraban miles por noche) fue casi siempre destinado a entidades obereñas de bien público.
El traslado de los asistentes hasta la sede de la Fiesta, problema también delicado, fue solucionado mediante la contratación de empresas de ómnibus, remises y vehículos en general, que actuaron siempre eficazmente.
La prevención de accidentes, incendios y estragos en general, causas lógicas en un lugar que fue resultando insuficiente para dar cabida a tantas personas, fue solucionada con la contratación de empresas de auxilio y la destacada labor de Gendarmería Nacional, Policía provincial, Bomberos, empleados de la Municipalidad. Se ha tenido la fortuna de que nunca haya sucedido nada grave.
El constante aumento de público (más adelante se darán cifras) provocó lo que se ha dado en llamar problemas por exceso de éxito».
Los pasillos y vías de acceso no daban para más; el Anfiteatro se convertía en un impresionante hormiguero humano, las comidas ofrecidas por las colectividades, por más previsiones que se tomaran, no alcanzaban. Se dieron casos en que al tercer día de la Fiesta, se habían agotado todas las provisiones.
El traslado al Parque de las Naciones no fue solución total. A mayor espacio libre correspondió una afluencia de público significativamente mayor, de manera que los inconvenientes por exceso de éxito subsistieron.
El aumento de asistentes fue gradual y progresivo. Sobre los años claves, obtenemos estas cifras:
1980 (primer año): 18.500 personas.
1990 (diez años después): 28.000 personas.
1996 (último año del Complejo): 50.000 personas.
1997 (primer año del Parque): 70.000 personas.
1998 (último de la Fiesta): …000 ? personas. ¡OJO! dato incompleto
Todo un récord. ¿Adónde se llegará?…
El requerimiento del público obligó a la contratación anual de los mejores artistas en boga en la nación y el extranjero.
La presencia de funcionarios nacionales o del exterior obligó a tomar providencias extraordinarias de todo tipo.
Llevar la Fiesta al Parque de las Naciones significó tener que construirlo, habilitarlo, hacer las casas típicas, el Anfiteatro, sanitarios, vías de acceso, de entrada, senderos interiores y muchos más detalles, todo lo cual se fue haciendo diligentemente.
Mucho de esto se fue haciendo gracias a la ayuda, especialmente económica, de los gobiernos municipales, provinciales y nacionales, de todos los signos políticos que, olvidando sus diferencias doctrinarias, se unieron cada vez que este homenaje a los inmigrantes lo requería.
La espontánea procesión cívica o desfile, iniciada el 4 de septiembre de 1980, desde el centro de la ciudad hasta la sede de la Fiesta, se convirtió luego en un acto oficial previo a la inauguración de la misma, y ha significado un desborde de emoción popular protagonizado por las colectividades con todas sus tradiciones puestas, y el pueblo con todo su fervor ciudadano.
La construcción del Parque de las Naciones significó una avanzada edilicia de la ciudad hacia su sector sudeste, detallado con amplitud en el capítulo El Parque de las Naciones».
Conscientes de la gravitación de la Fiesta. Las autoridades municipales declaran asueto general el primer viernes de septiembre en horas de la tarde, para permitir la masiva asistencia del público a los actos inaugurales.
Los continuados éxitos movieron a la Federación de Colectividades a realizar sorteos extraordinarios, que incluyen automóviles 0 Km. y sortean con la numeración de las entradas.
La Fiesta del Inmigrante se convierte en motivo de ingresos públicos, fuentes de trabajo, venta de mercaderías, promoción comercial e industrial y artesanal, fomento de actividades varias, todo lo que apoya el desarrollo económico de la ciudad y zona de influencia.
Durante la primera semana de septiembre la ciudad adquiere un aspecto inigualable: el movimiento aumenta considerablemente, los hoteles y alojamientos se ven colmados, los comercios se engalanan con banderas, trajes típicos y escenas costumbristas de los distintos países, y los sonidos musicales de todas las partes del mundo recorren la ciudad.
Las áreas relacionadas con ferias comerciales, industriales y artesanales, elección de reinas, implicancia religiosa, proyectos futuros, evolución legal, prensa, autoridades, deportes, artistas, visitantes, Parque de las Naciones, actos culturales y otros detalles que puedan tener injerencia con este capítulo, están detallados separada y ampliamente en otros sectores del libro.
Queda sólo por decir que, a pesar de todo este trabajo y estas realizaciones, hubo errores y los seguirá habiendo… si bien siempre se trató de solucionarlos.
Pero lo importante es que se ha trabajado bien, siempre unido el pueblo de Oberá y sus colonias y todas las instituciones representativas: gobiernos nacionales, provinciales y municipales; Universidad Nacional de Misiones y especialmente sus Facultades de Ingeniería y Artes; embajadas, consulados; entidades cooperativas: agrícola y eléctrica; instituciones de servicios: Club de Leones, Rotary Club, y todo ente con vinculación importante.
Además, no quedan dudas de que la Fiesta ha avanzado en forma meteórica, cada día brilla más y, sobre todo, ha sido valorada y reconocida por la República entera. ¡Gracias Señor…!